Vivimos en una fosa
arrastrándonos entre miembros amputados,
los sueños se desvanecen,
las ilusiones se pudren,
desprendiendo un pestilente vapor
al que llaman vida,
día a día respiramos
la brisa que acaricia los mármoles
de los cementerios abandonados,
la fragancia de las rosas marchitas,
nos tragamos el asqueroso olor
a hierba húmeda de los bosques muertos,
dejamos que los rayos del Sol
hiervan nuestros intestinos,
y sólo acertamos a ahuecar los ojos,
a desgarrar nuestros gritos,
enterramos la mirada bajo el fango de las horas
y creemos despertar cuando nos invade la oscuridad,
todo es mentira,
todo es una farsa,
incluso esta agonía que me sepulta.
martes, 2 de marzo de 2010
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