viernes, 8 de febrero de 2013


Las flores se van a secar…
la ropa pronto olerá mal..
El polvo se sigue acumulando
en su pequeña y eternizada habitación,
las fotos se continúan debilitando 
por la humedad del futuro invierno…

Las velas se consumen como las ansias de su corazón,
un amasijo de huesos y sangre 
se retuerce entre las sombras de la tarde,
todo se va oscureciendo…
Todo debería ser radiante sobre esa cama
pero sólo siente la podredumbre del día,
los gritos asustados de las muchedumbres enloquecidas 
que se lanzan al vacío de una vida,
las ilusiones quebradas…
(no hay nada más allá de uno mismo)

Incluso poner los pies en el suelo le supone una agonía…
Comer es impensable…

El polvo de los cristales oculta la lenta muerte de los árboles,
el otoño acabará con ellos y quizás también con él…
Asesinará la inmunda cárcel 
donde desapareció con sus temores y sus fracasos,
con sus esperanzas y sus sueños, ahora, olvidados.

Las arañas desean vivir entre sus negros cabellos,
Será porque su mirada parece tan débil 
tras noches sin dormir y días sin vivir…
Cualquiera lo confundiría con un muerto
en su jardín de fantasmas y quejidos.

Y su mundo se sigue oscureciendo,
su tiempo agotando sin consuelo,
ya sólo sabe pensar en el miedo ante la siguiente hora,
en el dolor ante otra semana tan enfermiza como la anterior…

Nadie piensa en él o no quiere escuchar las miradas,
y la tarde se despoja de la luz…
Las hojas se silencian como hizo él hace décadas,
y sólo queda una pared blanca y una mente abrupta y desolada.

Debería endulzar este horror con vino y con suicidios.

Jesús Rodríguez
Heidelberg, 27-10-2011

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