lunes, 20 de abril de 2009
Cuando nada puede ir peor...
Con qué rapidez envejeces
cuando te roban tus sueños,
con cuánto dolor
ves marchitarse tu vida
en plena juventud,
desde el oscuro refugio
de tu inutilidad
imaginas rayos de Sol iluminando,
tras la niebla espesa,
la fría ciudad,
y piensas que todo es mentira,
y sientes que todo es verdad,
cierras los ojos y caes
en un lago helado,
en una monotonía temblorosa
que refleja flores y sonrisas
en su superficie,
mientras tú desciendes más y más
en la podredumbre
del día apagado
y te ahogas en silencio
en el veneno dorado
de tus melancólicas ensoñanciones
cuando te roban tus sueños,
con cuánto dolor
ves marchitarse tu vida
en plena juventud,
desde el oscuro refugio
de tu inutilidad
imaginas rayos de Sol iluminando,
tras la niebla espesa,
la fría ciudad,
y piensas que todo es mentira,
y sientes que todo es verdad,
cierras los ojos y caes
en un lago helado,
en una monotonía temblorosa
que refleja flores y sonrisas
en su superficie,
mientras tú desciendes más y más
en la podredumbre
del día apagado
y te ahogas en silencio
en el veneno dorado
de tus melancólicas ensoñanciones
Todos los días...
Las gotas de lluvia
golpean el techo
que cubre
mis sábanas muertas,
bajo ellas
oculto mi mirada quebrada,
donde habita el reflejo
de fantasmas
que anoche fueron sueños
y hoy llantos apagados;
en la calle
el frío hiela las hojas
de los árboles
y una suave neblina
hiere la luz
de la ciudad;
en mí,
la oscuridad teje
sus hilos de muerte
y me precipita
hacia mi depravado hogar
golpean el techo
que cubre
mis sábanas muertas,
bajo ellas
oculto mi mirada quebrada,
donde habita el reflejo
de fantasmas
que anoche fueron sueños
y hoy llantos apagados;
en la calle
el frío hiela las hojas
de los árboles
y una suave neblina
hiere la luz
de la ciudad;
en mí,
la oscuridad teje
sus hilos de muerte
y me precipita
hacia mi depravado hogar
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